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Registo de autoridade

Justo, Juan Bautista

Médico, docente, ensayista político, legislador, periodista, traductor, conferencista, figura fundacional y máximo dirigente del socialismo argentino de proyección internacional. Hijo de Juan Felipe Justo, descendiente de italianos, y de Aurora Castro, perteneciente a una familia criolla vinculada al Partido Unitario. Aun cuando los esposos provienen de familias de comerciantes y hacendados medios, los ingresos derivados de la actividad del padre -un administrador de estancias- son irregulares y, por momentos, escasos, lo que obliga a la madre y a sus hijas a realizar costuras para las grandes tiendas de la ciudad. Las discusiones en la pareja sobre si los hijos varones deben criarse en el campo -tal era el deseo del progenitor- o en la ciudad y los largos períodos de ausencia del padre llevan a la separación de los cónyuges, agudizándose las limitaciones de la economía familiar. A partir de 1872 Juan Bautista recibe instrucción primaria en la escuela inglesa Parody donde también se dicta enseñanza religiosa. Entre 1877 y 1881 es alumno del Colegio Nacional. De esa experiencia valorizará, años después, los estudios de ciencias naturales y lenguas modernas, desdeñando los de lenguas clásicas y, especialmente, los de filosofía. En 1882 ingresó en la Facultad de Medicina de la UBA, graduándose de médico con medalla de oro en 1888. Realiza sus estudios universitarios al tiempo que trabaja como cronista parlamentario en el diario La Prensa, vivencia que le permite conocer de cerca el funcionamiento de las instituciones de una república poco democrática. También siendo estudiante participa como voluntario en la misión porteña enviada a combatir la epidemia de cólera que se desata en Tucumán, y de ésta manera entabla un primer contacto con la pobreza de los sectores populares. Gracias a un préstamo de su tío, parte hacia Europa en 1889 para perfeccionarse profesionalmente y asiste a diversas clínicas en París, Berna y Viena. Recibe el impacto, en la Francia de la Tercera República, de la emergencia del movimiento boulangista, que perdurará en su memoria a modo de alerta frente a los riesgos cesaristas que amenazan a las repúblicas. Pese a su juventud, en pocos años forja una carrera brillante e innovadora en el ámbito de la medicina. En el país es el pionero en la práctica del método aséptico en cirugía, la operación de hernia inguinal libre, la resección osteoplástica de la bóveda craneana y el uso de la cocaína como anestésico. Este prestigio le perite ser designado profesor suplente de Cirugía en la Facultad de Medicina, jefe de sala en el Hospital de Crónicos San Roque y, más tarde, director del Hospital de Junín. No obstante, en 1906, un vez que alcanza notoriedad como dirigente socialista, el gobierno (con anuencia de la corporación médica perteneciente a la élite porteña) lo destituye de su cargo de profesor titular de la cátedra de Clínica Quirúrgica por haber respaldado un movimiento estudiantil tendiente a democratizar el funcionamiento de la facultad. Justo y su familia habrán de vivir diferentes momentos de las luchas civiles argentinas. Su padre fue seguidor del autonomista porteño Adolfo Alsina y luego partidario de Leandro N. Alem, participando con los insurgentes de la llamada Revolución del Parque. Juan, en cambio, se acerca a la Unión Cívica de la Juventud, pero considera que en lugar de una rebelión armada conducida por militares es preferible una huelga de contribuyentes. De todas maneras, participa en el movimiento revolucionario en calidad de médico. Estas experiencias de las guerras civiles habrán en su posterior óptica reformista. Su acercamiento al socialismo se produce por una temprana vía intelectual y un progresivo adentramiento en diferentes organizaciones del incipiente movimiento. A partir de 1892 se consagra a la lectura de Marx, Hobson y otros clásicos del pensamiento económico y político. Participa del clima cientista finisecular, aunque progresivamente se va distanciando de la influencia de Spencer. Desde el año 1893 dicta conferencias en el Club Vorwärts y colabora con el periódico El Obrero. El 2 de agosto de 1893 acude a la histórica reunión del Café Francés (calle Esmeralda 318), convocada a través de un aviso en un diario de la Agrupación Socialista de Buenos Aires, para crear un periódico defensor de los trabajadores. Asisten por la agrupación Isidro Salomó, Esteban Jiménez y Augusto Kühn, y por las asociaciones obreras el obrero tonelero Víctor Fernández. Allí se decide la fundación de un periódico socialista. Con el fin de propagandizar y distribuir esta publicación, Justo debe vender su automóvil y su medalla de oro otorgada por la Facultad de Medicina. El primer número de La Vanguardia -el periódico más importante del socialismo argentino hasta mediados del siglo XX-, del cual es el primer director y principal redactor, aparece el 7 de abril de 1894. Este año, Justo adhiere a la Agrupación Socialista (luego Centro Socialista Obrero). En 1895 emprende un viaje a los Estados Unidos para explorar la fisonomía más avanzada del capitalismo (vivencia que cobra la forma de crónicas remitidas a La Vanguardia y luego compiladas en un folleto), como segundo destino va a Europa (París, Bruselas y Madrid), escenario visto ahora con ojos socialistas. El viaje resulta crucial en la vida de Justo, pues lo decide a consagrarse a la militancia política antes que a la carrera académica, le permite realizar la traducción directa del alemán del tomo primero de El Capital (que aparece en España en 1898) y marca el inicio de su búsqueda selectiva de prácticas y tradiciones políticas del movimiento socialista internacional capaces de combinarse con las peculiaridades del proceso histórico argentino. Justo se inserta en el todavía reducido espacio socialista local signado por la fuerte presencia de inmigrantes, el debate sobre la prioridad de construir una federación sindical o un partido, las especulaciones en torno a la capacidad transformadora de la opositora UCR, las discusiones sobre la pertinencia de la vía revolucionaria y las expectativas respecto de la función civilizadora del capital extranjero. Al igual que otros partidos socialistas del Viejo Mundo, el argentino atraviesa un período no exento de conflictos hasta su definitiva construcción, lapso durante el cual se consolida su perfil político e ideológico, así como su estructura organizativa. La presencia de Justo gravita fuertemente en la fisonomía final que adopta el partido : reformista sin ambigüedades, anclado en los militantes argentinos o inmigrantes nacionalizados (con el consecuente relegamiento de los militantes extranjeros no dispuestos a naturalizarse), ecléctico en materia doctrinaria, abierto a captar estratos sociales no obreros (arrendatarios, estudiantes y sectores medios urbanos) y provisto de una dirección que tiende a concentrar progresivamente el poder y a marginar o expulsar a los disidentes. Sin embargo, su prédica no se impuso inmediatamente. En 1896, durante el congreso fundacional del partido, si bien los proyectos de estatuto, declaración de principios y programa mínimo llevan su firma, no son aprobadas tanto su postura referida a la viabilidad de alianzas limitadas con otras fuerzas, como sus negativas a que los diputados eventualmente electos presenten de antemano sus renuncias en blanco al Comité Ejecutivo y a que la democracia liberal sea reivindicada meramente a modo de instrumento táctico para acumular las fuerzas en pos de futuras acciones revolucionarias. Ante este resultado desfavorable, renuncia a participar del mencionado comité, a la candidatura a diputado y a su cargo de director de La Vanguardia. Pero lejos de alejarse del partido, intensifica su militancia y exposición pública de sus posiciones, a través de conferencias, participación en el Centro Socialista de Estudios, intervención en actos socialistas y colaboración en la La Nación (interrumpiéndola luego por la manera que trata este diario las huelgas obreras) y La Vanguardia, que al estar controlada por sus adeptos oficia de tribuna difusora de sus posiciones políticas. En 1898 el II Congreso del PS aprueba sus iniciativas invalidadas anteriormente, y reingresa meses más tarde al Comité Ejecutivo. La fuerte influencia de Justo como impulsor y modelador de instituciones se advierte también en la fundación de un conjunto de asociaciones civiles tuteladas por el partido: La Sociedad Obrera de Socorros Mutuos (1898), La Sociedad Luz (1899) y la cooperativa El Hogar Obrero (1905)- En esta serie habría que sumar El Diario del Pueblo (1899), una efímera publicación no partidaria que financia con sus propios ahorros y procura dirigirse a un público más vasto que el estrictamente obrero. En 1899 contrae matrimonio con Mariana Chertkoff inmigrante rusa de origen judío, maestra y concertista de piano-, quien junto a sus hermanas Adela y Fenia impulsan la creación del Centro socialista Femenino en 1902 y de la Unión Gremial Femenina en 1904. A su vez, los dos últimas se casan respectivamente con los dirigentes partidarios Enrique Dickmann y Nicolás Repetto, en tanto el hermano varón, Naum Chertkoff, lo hará con Sixta, la hermana menor de Juan Bautista. Más adelante dos hijas de Justo, Alicia y Aurora, se casarán con miembros de la familia Dickmann. Este entrecruzamiento de vínculos familiares y afinidades políticas contribuye a la construcción de un núcleo compacto en la dirección del PS y es blanco de las futuras críticas de los disidentes. El matrimonio Justo tiene siete hijos y se instala hasta fines de 1903 en Junín, donde el médico ejerce su profesión. Allí funda un centro socialista, una sociedad de socorros mutuos y una cooperativa. Esta decisión de establecerse en distritos de la campaña –aunque sin interrumpir el vínculo con el partido- y de alejarse la Capital, que es el epicentro de la fuerza socialista, se repetirá en otras oportunidades, aunque durante lapsos más breves el campo La Vera cerca de Villa María, Pcia. de Córdoba, o en Los Cardales, Pcia. de Buenos Aires) y en lugares semiurbanizados no tan alejados de aquella (v. g. Morón). Estas necesidades personales de retirarse de la ciudad se conjugan con su interés por estudiar la situación del campo y las clases rurales. En 1901 estas reflexiones cobran forma en “El programa socialista del campo”, que incorpora al programa del PS en su IV Congreso. Simultáneamente, Justo mantiene a lo largo de su vida una actitud atenta al desarrollo de los acontecimientos internacionales, procurando propagar en la opinión pública una interpretación socialista de ellos que con el tiempo, al igual que sucede en los partidos socialistas europeos, va matizándolos con una mirada desde la Nación. En el tránsito de un siglo a otro sostiene posturas favorables al grupo dreyfusard, los independentistas cubanos y la lucha de la comunidad boer contra los ingleses. Durante la represión de 1902 desatada contra los obreros en huelga y sus asociaciones, así como contra los grupos anarquistas y el PS, Justo retorna a Buenos Aires para sumarse a la lucha. Reinstalado en esta ciudad, tiempo después retoma la dirección de La Vanguardia, que ha devenido diario (al frente del cual se encontrará en forma intermitente hasta su muerte, siempre marcando su línea), abre su consultorio médico particular y pronuncia conferencias en medios obreros, así como en la Facultad de Filosofía y Letras, constituyendo estas últimas la base de su obra más importante: Teoría y práctica de la historia. En 1904 Alfredo Palacios se convierte en el primer diputado socialista en el Parlamento argentino. Las relaciones entre ambas figuras siguen un curso no exento de conflictos. Como inicialmente Palacios, aun cuando concuerda con aspectos básicos del socialismo, es renuente a afiliarse al partido y manifiesta una tendencia a la autonomía individual, incluso en materia de doctrina, Justo promueve la prohibición de que los no afiliados dicten conferencias o sean oradores en espacios partidarios. Una vez que aquel cumple con el requisito de la afiliación y es electo diputado, Justo monitorea a la distancia su actuación y luego propicia su separación del PS cuando Palacios procura batirse a duelo. Resulta notorio cómo su creativo eclecticismo ideológico, a la hora de construir una matriz interpretativa para abordar la realidad argentina, entra en tensión con su postura poco flexible ante lo que juzga desviaciones políticas y de comportamiento respecto de un canon socialista imaginado por él y su grupo más cercano. En este sentido, su creciente centralidad en el PS busca perfilar dos modelos convergentes. Por un lado, el del militante lindante con el espíritu puritano y, por otro, el del partido homogeneizado desde la dirección y carente de líneas internas (rasgo que lo diferencia de sus pares europeos). Así, en 1906 se opone a la tendencia sindicalista que recorre su fuerza política, y también, a lo largo de su vida, a quienes imaginan vías revolucionarias para construir el socialismo. En 1908 Justo entabla su famosa polémica con Enrico Ferri, el prestigiosos criminólogo y director de periódico socialista italiano Avanti!, quien arriba a la Argentina invitado por un empresario para dictar una serie de conferencias pagas a las cuales habrían de asistir miembros notorios de la clase dominante nacional y del gobierno. Rebatiendo a Ferri, justifica la existencia de un partido socialista en una sociedad donde la industrialización es incipiente a partir de la tesis marxiana de la colonización sistemática, según la cual la imposibilidad del acceso a la tierra libre por parte de los trabajadores, en su mayoría inmigrantes, crea un ejército proletario que al ser imbuido de la cultura socialista es capaz de convertirse en la principal fuerza modernizadora nacional. El acontecimiento consolida la imagen de Justo como autoridad doctrinaria local. A su vez, en 1910 su asistencia al Congreso de Copenhague y al Congreso Cooperativo Internacional de Hamburgo en representación del Hogar Obrero -organizados ambos por la II Internacional- le permite proyectarse como el principal referente del socialismo argentino en el exterior. En el primer evento logra un pronunciamiento condenando la represión reciente del gobierno argentino a los trabajadores en huelga y el asalto a La Vanguardia por parte de las bandas nacionalistas, al tiempo que es reporteado por algunos periódicos de la prensa socialista europea. Asimismo, interviene en la comisión sobre cooperativismo donde defiende la autonomía de los sindicatos y las cooperativas ante quienes consideran prioritaria la hegemonía de las organizaciones partidarias sobre aquéllos. En ese año aparece publicado su trabajo “El socialismo argentino” en el diario La Nación- En 1912 es elegido diputado nacional por Capital Federal, cargo mediante reelecciones sucesivas hasta 1924, cuando se convierte en senador, manteniendo desde su llegada al Congreso la condición de jefe del grupo parlamentario socialista. El inicio de esta nueva función se ve atravesado por el fallecimiento de su esposa en el séptimo parto –sus hijos quedan al cuidado de la abuela Aurora- y el estallido de la protesta de los arrendatarios en quienes Justo cifra sus esperanzas como actor dinámico en la lucha contra el latifundio. Su estilo de labor parlamentaria está signado por un ritmo activo y la presentación constante de proyectos alternativos (especialmente en materia de educación laica, distribución del presupuesto, combate de la inflación y defensa de las reivindicaciones obreras) así como la interpelación a los ministros de gobierno y la introducción de nuevos temas en la agenda de discusión. En 1914 debería haber concurrido al congreso convocado por la Internacional en Viena –que no tiene lugar por el estallido de la Primera Guerra Mundial– y participando en la comisión de carestía de la vida junto a figuras de la talla de Sydney Webb y Otto Bauer. Ese lugar simbólico denota un reconocimiento a su persona y a los logros electorales del socialismo argentino. Su breve intervención preparada para el congreso y publicada anticipadamente insiste en la necesidad de implantar la libre circulación de mercancías y combatir el proteccionismo aduanero. La propuesta va
contramano de la nueva fisonomía de la economía mundial y presenta una naturaleza bifronte, en tanto pareciera pretender la restauración de las condiciones del capitalismo premonopolista –en sintonía con el célebre discurso de Marx sobre el librecambio-, mientras advierte indirectamente sobre el peligro de la vigencia del proteccionismo como una eventual causa de conflicto entre las naciones europeas. Tras la Gran Guerra, en ocasión de su asistencia a las conferencias socialistas de Berna (de la cual es nombrado vicepresidente) y de Amsterdam en 1919, esta tesis aparece reforzada, complementándose con la proposición de una serie de medidas –algunas poco consideradas por los europeos- que procuran promover la fraternidad humana como condición para la merma de conflictos entre naciones: promoción de las migraciones, implementación del sistema métrico decimal, defensa de la Sociedad de las Naciones e imposición de una moneda única y de una carta internacional del trabajo que fije la medición de los salarios en valor oro. Las iniciativas de Justo, promovidas por un representante de un país envuelto en la guerra, guardan el tono de una enseñanza de Latinoamérica a Europa. Sin embargo, su postura frente a la contienda no está exenta de cambios y matices. Inicialmente se opone a la guerra en términos similares al del pacifismo sostenido por los socialistas de los países neutrales europeos –describiéndola como un acto de barbarie contrario a los intereses de los trabajadores-, aunque impulsa que la Argentina asuma un posicionamiento independiente. A la hora de evaluar sus causas computa no sólo los factores económicos, sino el fracaso de la Internacional para generar una identidad colectiva solidaria capaz de sustituir el nacionalismo. Pero tras el hundimiento se buques de bandera argentina por submarinos alemanes, adopta en 1917 una política centrada en la defensa de los intereses comerciales nacionales y propone la salvaguarda de los barcos argentinos por medio de la Marina de Guerra, aún a riesgo de involucrar al país en el conflicto. En esta tesitura Justo y el grupo de diputados que dirige desacatan la decisión del Congreso Extraordinario del PS que denuncia la guerra como interimperialista, doblando la apuesta cuando el Comité Ejecutivo en el predomina su influencia resuelve la expulsión de los internacionalistas y sus organizaciones. En el tránsito de una década a otra el socialismo argentino se ve sacudido por la Revolución Rusa, que obliga a asumir un posicionamiento frente al proceso que allí se inicia. Justo adscribe en la nueva Internacional Obrera y Socialista de nítido carácter reformista y desde una óptica evolucionista condena la dictadura del proletariado, a la que considera signada por el “fanatismo autoritario”, atributo específicamente nacional y propio de un país donde el desarrollo técnico no habría producido todavía un cambio en la conciencia colectiva, la cual debería ser forzosamente el resultado de una larga experiencia histórica imposible de reemplazar por una conquista coyuntural del poder político. Descartado el modelo soviético, insiste una vez más en la validez del espejo australiano o neocelandés para imaginar el caso argentino. Estas reflexiones aparecen primero como conferencias y luego publicadas bajo el título “El momento actual del socialismo argentino”. A lo largo de los años 20, si bien mantiene la condena del régimen político soviético, atenúa la crítica y permanece expectante ante lo que juzga un experimento social de “enormes consecuencias históricas”. El 8 de junio de 1916 es víctima de un atentado. Los disparos le fracturan el fémur y su convalecencia es larga, no obstante concurre igualmente a la Cámara de Diputados, instalándose en dos habitaciones del edificio. Dos años más tarde viaja a Córdoba para solidarizarse con los estudiantes que protagonizan el movimiento de la Reforma Universitaria y define sus posturas en el Parlamento. El alejamiento de los conservadores del gobierno y el ascenso del radicalismo –al cual juzga una fuerza política inorgánica propia de la “política criolla” y hostil al PS- no cambia su diagnóstico sobre la necesidad de generar transformaciones económicas capaces de consolidar sujetos sociales modernos con intereses definidos que otorguen claridad al proceso político argentino- en ese sentido, aboga persistentemente por la eliminación del latifundio mediante la implantación de un impulso progresivo sobre la propiedad de la tierra a fin de abrir el camino hacia un país agrícola basado en pequeños y medianos propietarios de la campaña. Esta insistencia crece al tiempo que disminuyen sus esperanzas respecto del papel civilizador del capital extranjero. Correlativo a este desplazamiento es el incremento de la crítica del papel regional de los estados unidos: denuncia la política imperialista expresada en la invasión a Nicaragua, solidarizándose con la resistencia de Sandino, y toma partido por México en su conflicto con la potencia anglosajona. La Revolución Mexicana, en su momento leída como un movimiento confuso de campesinos sin programa, es vista ahora como un proceso modernizador que sitúa a este país a la vanguardia de sus pares latinoamericanos. Asimismo, desde su banca de parlamentario, se interesa por la suerte de los trabajadores rurales, recorriendo en varias oportunidades los obrajes del Nordeste y los yerbales misioneros. No dejan de aflorar en estos viajes ciertas percepciones etnocentristas respecto de los aborígenes, quienes, según Justo, al portar una cultura precapitalista, deben ser apartados del contacto con el trabajador blanco y confinados en sus reservaciones donde vivan según sus costumbres. Su condena del tráfico de aborígenes desde Bolivia, utilizados como mano de obra cautiva en latifundios e ingenios, persigue, simultáneamente, la defensa de mejores condiciones de vida de estos actores y la obstaculización, por vía estatal, de su entrada en el mercado de trabajo para que pueda prosperar una mentalidad sindical en estas zonas alejadas de los centros urbanos. En 1922 contrae matrimonio con la médica Alicia Moreau, reconocida periodista y defensora de los derechos de la mujer, con la cual habrá de tener tres hijos. Esta relación no es bien vista por sus allegados, dada la diferencia de veinte años entre los contrayentes y la pasada relación sentimental de Alicia con Enrique del Valle Iberlucea mientras éste estaba casado. Sus últimos años se consagran a sus viajes al interior, la actividad tanto parlamentaria como partidaria en Capital y sus estadías en Los Cardales, cerca de Capilla del Señor. En 1927 Justo se reúne en secreto con el presidente Hipólito Yrigoyen. Allí alcanzan un acuerdo para que el grupo parlamentario socialista no apoye la intervención a la provincia de Buenos Aires propiciada por conservadores y radicales antipersonalistas a cambio de la derogación de la ley que autoriza los establecimientos públicos de juego. Esta decisión, tomada sin consultar a varios de sus compañeros de bancada que profesan un marcado antiyrigoyenismo, así como desavenencias respecto de la forma en que un círculo estrecho de la dirección toma las decisiones partidarias y cierta aversión frente al modelo casi cuáquero de militante, conducen a una nueva fractura de la organización, dando lugar al Partido Socialista Independiente. Cuando todavía arrecian las luchas de esa disputa, el 8 de enero de 1928 Justo muere en su finca rural. A lo largo de su vida, Justo procura desentrañar el enigma de cómo construir una estrategia socialista en una zona del Nuevo mundo que recién asoma al proceso de modernización capitalista. Su aproximación al análisis de la sociedad argentina evita la traslación mecánica de un modelo socialista europeo y elabora una estrategia cognoscitiva a partir de tres operaciones que lo convierten en un intelectual socialista original: a) una selección y tamización de ideas y prácticas del campo socialista internacional; b) la detección de la trama de determinaciones que rige la historia nacional; c) la comparación de la formación económico-social argentina con los países capitalistas nuevos que atravesaron un período de fronteras productivas abiertas, especialmente con las colonias inglesas de Oceanía. En la precepción de Justo, estos territorios no serían susceptibles de ser aprehendidos a la luz de un modelo etapista eurocéntrico, sino en tanto zonas donde la singular plasticidad de la reproducción capitalista abre nuevos rumbos de aproximación a la sociedad socialista. Sin embargo, la rapacidad cortoplacista de la oligarquía gobernante y el policlasismo asociados a la confusión ideológica que distingue a la UCR, no sólo inhabilitarían como garantes de un proyecto modernizador, sino que reinstalarían el fantasma tan temido de la guerra civil. Por consiguiente, la óptica justiana cargaría sobre las espaldas del PS la tarea de sobreimprimir a esta sociedad voluble una red de dispositivos ético-institucionales (partido, bibliotecas populares, sindicatos y, especialmente, cooperativas) que operarían como reaseguros de la direccionalidad hacia el orden futuro. Según su visión, la estrategia del socialismo argentino debe ser de actuar desde la sociedad civil y el Estado mediante una doble acción simultánea que, al tiempo que contribuya a plasmar un contexto civilizado y moderno, también coadyuve a perfilar un curso en donde la democracia política vaya confluyendo con la justicia social.
Obra (primeras ediciones): “En los Estados Unidos. Apuntes escritos en 1895para un periódico obrero”, BA, Peuser, 1989; “Cooperación obrera”, BA, La Vanguardia, 1898; “La teoría científica de la historia y política argentina”, BA, 1898; “El programa socialista del campo”, BA, Coop. Tipográfica, 1902; “El ‘realismo ingenuo’”, en Revista Socialista, Madrid, mayo y junio 1904; “La moneda”, BA, 1903; “El método científico”, BA, 1903; Teoría y práctica de la historia, BA, 1909; “El partido Socialista en la República Argentina. Polémica con Enrique Ferri”, BA, 1909; “Estudios sobre la moneda”, BA, 1912; “por el libre desarrollo mental de la juventud”, BA, La Vanguadia, 1912; La obra parlamentaria del diputado socialista por la Capital. Mayo de 1912 – abril de 1913, BA, La Vanguardia, 1913; La obra parlamentaria (mayo de 1913 – abril de 1914) , Valencia, Prometeo, s./f.; “El presupuesto para 1916”, discurso en la Cámara de Diputados, BA, Ed. CEN-PS, diciembre 1915; “Labor periodística”, BA, Ediciones Mínimas, 1916; “La cuestión agraria”, BA, La Vanguardia, 1917; “El conflicto universitario en Córdoba”, BA, Sociedad Luz, 1918; “Informe de la Comisión Investigadora de los trust”, BA, 1929; (con Antonio de Tomaso) “La internacional Socialista. Informes de los delegados argentinos Dres. Juan B. Justo y Antonio de Tomaso. Texto de las posiciones aprobadas”, BA, PS, 1919; “Ideas sobre la historia”, BA, 1920; “El comercio internacional y los cambios”, BA, 1920; (con Augusto Bunge, Antonio de Tomaso y Enrique Dickmann), “El Estado y la Iglesia. Importante debate parlamentario. El clericalismo contra el Partido Socialista”, BA, Comisión Pro Casa del Pueblo, 1920; “Relaciones del partido obrero con otros partidos”, BA, 1921; “¿Crisis ganadera o cuestión agraria?”, BA, 1923; “Contra el desquicio administrativo de los bancos oficiales”, BA, 1924; “La intervención nacional en las provincias“, BA, La Vanguardia, 1925; Internacionalismo y patria, BA, 1925; “Régimen económico”, Córdoba, 1925; “La Iglesia y el Estado”, BA, Casa del Pueblo, 1926; “La cooperación libre”, BA, Federación Gráfica Bonaerense, 1927; “Separación de la Iglesia del Estado. Proyecto de ley presentado al Senado de la Nación por el senador Juan B. Justo”, Buenos Aires, Sociedad Luz, s./f. [1928], “Economía, valor, interés”, BA, La Vanguardia, 1928; “Programa de acción para las Juventudes Socialistas”, BA, La Vanguardia, 1928.
Hay edición de Obras Completas en seis volúmenes: La moneda, vol. I, BA, La Vanguardia, 1928; Cooperación Libre, vol. II, BA, La Vanguardia, 1929; Internacionalismo y patria, vol. III, BA, La vanguardia, 1933; Educación pública, vol. IV, BA, La Vanguardia, 1930; Teoría y práctica de la historia, vol. V, BA, La Vanguardia, 1938; ** La realización del socialismo, vol. VI, BA, La Vanguardia, 1947, pról.. de Américo Ghioldi, ordenación y notas de Dardo Cúneo.

Justo, Liborio

Ensayista, político, historiador, narrador y militante trotskista. Hijo del militar y expresidente argentino Agustín P. Justo y de Ana Bernal, ambos de familias patricias rioplatenses. Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio de La Salle. Acompaña a su padre en expediciones y a diversos destinos a lo largo del país y nacen sus inquietudes literarias. Fue simpatizante de la Liga Patriótica, encabezada por Manuel Carlés.

Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en 1919, en plena ebullición de la Reforma Universitaria. Adscribió a la Reforma como movimiento político y publicó en la década del veinte algunos artículos al respecto.

En 1930 ganó una beca para volver a viajar a Estados Unidos, gracias a un ensayo que escribió acerca de la historia de las instituciones norteamericanas. Durante una estadía en Estados Unidos, conoció a los trotskistas, a quienes adhirió durante buena parte de su vida.

En noviembre de 1936 publicó en la revista Claridad (de Buenos Aires) una Carta Abierta donde renegaba del estalinismo, acusándolo de antirrevolucionario. En la recepción de su padre al presidente Franklin Delano Roosevelt (1882-1945), levantó su voz de protesta al grito de «Abajo el imperialismo yanqui».

Partidario de la IV Internacional, editaba un Boletín de Información que hacía campaña por la unificación de los partidarios de la IV Internacional en la Argentina. Desarrolló un importante trabajo teórico y práctico para poner en pie, en la Argentina, una sección de la IV Internacional. Había organizado una primera conferencia y un primer reagrupamiento el 7 de noviembre de 1937. Más tarde terminaría alejándose del movimiento.
Liborio Justo en su casa sobre la calle Moldes, Buenos Aires, junto a Claudio Bertonatti, 1999.

Fue autor de una extensa obra bibliográfica. Podría decirse que la dedicó a grandes temas de preocupación: la política, la historia y los cuentos costumbristas. En estos últimos y con el pseudónimo de Lobodón Garra demostraba un profundo conocimiento de la naturaleza argentina, tal como lo puso en evidencia el naturalista Claudio Bertonatti, con quien cultivó amistad en sus últimos años.2

Fue partidario de una revolución marxista en Argentina y su ideal era que América Latina se llamase Andesia, el mismo término que empleó el poeta chileno Vicente Huidobro para denominar a la alianza de países latinoamericanos para frenar la hegemonía estadounidense.

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