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Descripción archivística
Lunazzi, José María
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Entrevista de Margareth Rago a Luce Fabbri. Cita 2 (1995)

Narra sus primeras experiencias en Uruguay, cómo se involucró con el movimiento anarquista de Montevideo. Evoca la nostalgia de los primeros años del exilio: “en realidad parecía que estábamos en un rincón de Italia, sólo por el idioma”. Refiere a su matrimonio con Ermacora Cressatti, anarquista italiano exiliado por el fascismo en Argentina, país del que fue expulsado tras el golpe de Estado de Uriburu.

Hace referencia a sus primeras obras, un libro de versos, El libro del destierro y La nostalgia, en italiano; después, Camisas negras, cinco conferencias impartidas en Rosario y Santa Fe, vendidas en forma de libro (Sobre el fascismo, en 1933). Habla, asimismo, de dos de sus libros sobre literatura: La poesía de Leopardi y En torno a Maquiavelo.

Refiere sobre sus profesiones: literata, historiadora y docente. Toca algunos puntos de su experiencia militante y la lucha contra el fascismo en la Italia de los 20. Relató que, durante su examen de tesis, se negó a hacer el saludo fascista. Detalla, brevemente, la fundación de la revista Estudios Sociales (Studi sociali), por parte de Luigi Fabbri, de la cual ella se haría cargo a la muerte de su padre en 1935.

Ahonda en cómo conoció y se relacionó con Simón Radowitzky y cómo el golpe de Estado de Uriburu representó un duro revés al acratismo latinoamericano: “fue tremendo, desapareció La Protesta, diario y su suplemento”.

Cuenta de la participación de las mujeres en la prensa ácrata, en específico de María Collazo de la USU, oradora y periodista. Da su opinión de la relación entre anarquismo y género. Luce, contestó, a la pregunta de que si nunca consideraron la necesidad de que las mujeres lucharan por sus reivindicaciones, que esas eran las feministas. En tal sentido profundiza en la lucha del feminismo, los cambios estructurales y el lugar que ha conquistado la mujer en la vida pública, como el derecho a votar y ser votada, el divorcio, la despenalización del aborto.

Explica que ella no vivió las dificultades experimentadas por otras mujeres anarquistas, como [Juana] Rouco Buela, aduciendo que ello dependió, en gran parte, por el contexto familiar. Rouco reconoce la falta de espacio, para las mujeres, dentro del movimiento ácrata, mientras Fabbri destaca que ella no sintió eso, pues siempre tuvo las mismas oportunidades que sus pares hombres.

Relata el impacto de la Revolución española en el Río de la Plata y la ayuda, por parte de los anarquistas al pueblo español, la cual consistió en enviar prendas, dinero y medicamentos para los milicianos. Dicha ayuda, resalta, se hizo llegar por intermedio de marineros franceses; no obstante, narra una anécdota, en la cual, durante un envío, los marineros dieron la ayuda a los comunistas y no a los anarquistas.

Transcripción de algunos fragmentos

“Iba a las reuniones, había un grupito de mujeres anarquistas y nos reunimos en el sindicato de panaderos, una vez por semana (…). En ese entonces los sindicatos organizaban cursos, había interés en abrir biblioteca, había interés en que se elevara el nivel cultural de los obreros”.

“Al año siguiente, de estar nosotros aquí, se produjo el hecho de la liberación de Simon Radowitzky en la Argentina, la gracia de Simón Radowitzky tuvo un precio, y fue salir inmediatamente del país, lo liberaron con esa condición y se vino al Uruguay. El Uruguay aceptaba a todo el mundo, el Uruguay era verdaderamente un gran país, en ese entonces, antes de Terra, en el Uruguay había una libertad que nunca más volvió en esa proporción. Así vimos llegar a este hombre un poco tímido y enseguida nos hicimos muy amigos, salíamos juntos, con Celia Destro, la hermana… los cuatro (…). Simon Radowitzky es un ruso, llegó a la Argentina a los 16 o 17 años, ya era compañero, educado en el clima ruso, era un clima más bien de terrorismo, y al poco tiempo se produjo una matanza de obreros (…) la policía disparó sobre los obreros y mató a siete u ocho. La orden fue dada por el jefe de la policía, que se llamaba Falcón, entonces este muchacho le tiró una bomba a Falcón y lo mató, y escapó a la pena de muerte por su poca edad, y lo mandaron a Ushuaia a prisión perpetua, se hizo unos 20 años de Ushuaia, sobrevivió; parece que es casi un milagro y bueno, se hicieron campañas para su liberación, se hicieron tentativas para hacerlo huir, una, casi, casi tuvo éxito, es decir huyó, pero lo capturaron cerca del penal, en Punta Arenas. En el 30 Yrigoyen, al final presionado por la opinión pública, que pedía la libertad de este hombre, que en el penal tenía una conducta excepcional rodeado de delincuentes comunes, había logrado mantenerse en una pureza casi de niño, y al mismo tiempo tenía una gran fuerza de voluntad, no se deja doblegar. La opinión pública simpatizaba con él, el presidente argentino lo liberó con la condición de que se fuera de país, y se vino al Uruguay y aquí todo mundo lo recibió muy bien, nos hicimos muy amigos, salíamos juntos. Me acuerdo que hacía poco que había venido, trabajaba y ganaba muy poco, y se aparece con tres regalitos (…) otro para Celia, otro para mí, me había traído una cartera de cuero rojo, lindísima, chiquita pero muy linda, yo le dije, pero Simon con lo que tú ganas ponerte hacer regalos así… y me responde, es que hace más de 20 años que no puedo hacer un regalo (…) [siguió militando después], sí, fue a España, combatió en España, y aquí fue preso, era un militante”.

“A Severino Di Giovanni no lo conoció directamente, no me gustaba. Pienso que, si lo suyo era anarquismo, el mío probablemente no lo es. Por la violencia, la violencia es autoridad siempre. Su concepción de cómo debe ser la lucha, por su caudillismo, en fin, bueno… detalles de su vida personal, sus hijos se morían de hambre, eso no lo puede permitir cualesquiera sean tus ideas”.

“Fue el momento culminante del anarquismo aquí en el Río de la Plata. Y después, en la Argentina vino una reacción espantosa, el alud de los refugiados en Uruguay, el movimiento aquí en Uruguay resurgió. Lunazzi, llegó Lunazzi, era el diablo Lunazzi, creo tenía 26 años, Lunazzi de La Plata, aquí hablaba en los mítines, organizaba huelgas, organizó el comité contra las dictaduras en América, con todos los refugiados que encontró aquí, de Perú, de Chile, de Paraguay (…); refugiado vino Santillán, un montón de refugiados argentinos, entonces aquí el movimiento tuvo un impulso grande, entre otros llegó mi compañero…., el que después fue mi compañero, entre los deportados porque Uriburu deportaba españoles e italianos a España e Italia, pero aquí los hacíamos bajar, [vino] Simon, [en] el primer barco que pasó con un deportado italiano, tuvimos noticias, y fue Destro, el padre de Celia, con Simon, y otros en un barquito, el Augustus (…)”.

“Yo no era [feminista]; siempre pensé que la cuestión femenina era una parte de la cuestión social y se resolvía globalmente, sólo en estos últimos tiempos he modificado un poco mi posición, porque pienso que la mujer tiene algo que aportar en el proceso de cambio, algo de género, una experiencia muy rica, de una economía no competitiva. La economía doméstica, es la economía en que los niños tienen precedencia, en que los viejos están asistidos porque son viejos, en que cada cual aporta lo que puede y consume lo que necesita, esa es la economía doméstica, una familia digamos una familia familia (…) pero aparte de eso, yo no he sido nunca feminista, y entre las compañeras aquí, y los compañeros, no he sentido que hubiera esa necesidad, la sentí en cambio entre algunas amigas, amigas de infancia, compañeras de mi hija. Inclusive he colaborado, en ese sentido, en la revista de Mujeres Libres de Madrid, por ejemplo, que me han escrito para pedirme colaboración, yo les dije que a mí me parecía que el ambiente anarquista incluía las reivindicaciones de género, que no había necesidad de hacer un feminismo anarquista, en ese entonces todavía no estaba en la posición que estoy ahora, que es un poquito modificada”.

“Yo pienso que no valía la pena, hasta hace poco [el feminismo]. Ahora, si una mujer quiere votar tiene que tener derecho. Eso, creo que es el objetivo también, luchar para que quien quiera votar tenga derecho, eso sí (…), [en torno al voto, divorcio, aborto] sin embargo, yo creo que se puede luchar para todo eso, se puede, la lucha por el divorcio no es una lucha típicamente feminista [sino anarquista, al igual que el aborto], además que la legalización implica la no penalización, entonces contra eso estamos, desde luego por eso estamos, es una libertad más. La lucha en sí, tiene mucha importancia, por el significado que tiene, por la pequeña conquista que va, aunque sean conquistas internas, aunque sean conquistas psicológicas, pero siempre son conquistas, el fin siempre queda lejos [pero siempre debe tenerse claro cuál es el fin, pues de ello depende con qué medios se llega a él], los medios son más importantes, el fin está implícito en los medios (…) [La famosa frase a la libertad se llega por los caminos de la libertad, a través de la no libertad no llegas a la libertad], porque la idea de que no importa por qué medios con tal de llegar a un fin, es lo que ha traído la dictadura, y ha traído las desvirtuación de los fines (…) [como la URSS y otros muchos ejemplo] los medios se comen a los fines (…), el camino es más importante que la meta, porque el camino es hoy, el camino es la vida, la meta está en la meta nada más y se aleja siempre”.

“Fueron tres años en que vivimos más en España que acá, con el corazón. En realidad, todo lo demás había desaparecido, cuando llegué a Barcelona, en el [19]81, me parecía casi volver a casa (…) a través de la Revolución española una había vivido esas jornadas, había leído los relatos calle por calle, fue un año, el 36, fue un año de grandes esperanzas, gran emoción, porque el 35, bueno para mí fue un año trágico, se murió mi padre en el 35, y se murió con la idea de que el nazismo iba a tener cincuenta años de vida, me dijo, tenemos 50 años de Hitler. Porque en el 35 parecía que la victoria de Alemania, todavía no estaba la guerra, pero el expansionismo de Alemania ya estaba en marcha, y era un entreguismo de todos los Estados europeos, parecía que no había resistencia en ninguna parte, fue algo tan hermoso esa resistencia de todo un pueblo, tan desinteresada, tan total, ese darse así sin pensar, verdaderamente tuve la sensación de que el fascismo no era tan poderoso como parecía, bueno en el 36 tuve la sensación de que podía ser vencido, pero ya no lo fue, pero fue una emoción tan grande, y después llegaban los boletines de la CNT-FAI con las noticias menudas, en este pueblo se ha colectivizado toda la economía (…) pero esa creatividad, capilar, eso fue, porque no es cuestión de un sistema que se establece, no, era todo un pueblo que estaba creando algo nuevo, para mí esos fueron los días más hermosos de mi vida, de toda mi vida (…). El hombre es también capaz de milagros, el problema es la perseverancia, y hubo perseverancia”.

“Fue muy amargo el mayo del 37, de cuando el golpe de Estado comunista, en que murió un amigo muy querido, Berneri. Otro amigo muy querido, uruguayo, Turró, un compañero muy bueno, fueron eliminados por los comunistas, fue un golpe muy grande a la Revolución. Entonces se empezó a ver que la derrota era casi inevitable, yo creo que la Guerra Mundial hubiera estallado mucho antes sino hubiera sido por la guerra en España, mi padre la sentía venir, ya la guerra, en el 35. Demoró, si Franco hubiera sido derrotado no estallaba la guerra, con la España revolucionaria no se atrevían, de ninguna manera se hubieran atrevido”.