Stuk 47 - Telegrama de Ugarte, Manuel, 1925

Identificatie

referentie code

AR ARCEDINCI FA-021-A-6-3-47

Titel

Telegrama de Ugarte, Manuel, 1925

Datum(s)

  • 1905-04-08 (Vervaardig)

Beschrijvingsniveau

Stuk

Omvang en medium

1 f.

Context

Naam van de archiefvormer

Biografie

Poeta, escritor y militante socialista, precursor del antiimperialismo latinoamericano.
La infancia y adolescencia transcurren entre el Colegio Nacional y la quinta de veraneo de los Ugarte en el barrio porteño de Flores. En 1889 asiste con sus padres a la Exposición Universal de París. El poeta Augusto de Armas estimula entonces su orientación por la literatura y la historia francesa. Ya de regreso en Buenos Aires, a los 17 años decide abandonar sus estudios de bachiller para consagrarse a las letras.
Da así sus primeros pasos entre la bohemia porteña del 900. De admirador de Leandro N. Alem pasa a tener cierta inclinación por el socialismo tras el suicidio de aquél. Sus preferencias literarias abarcan desde la poesía romántica hasta el naturalismo, evidenciando sus primeros poemas —publicados bajo el seudónimo de Carystus—, la influencia del español Gustavo A. Bécquer.
Su primera aparición pública en el incipiente campo intelectual de esos años se da con la salida de La Revista Literaria, cuyos 28 números dirige entre octubre de diciembre de 1896. La publicación oficia de tribuna para cuestionar el exotismo y afrancesamiento modernistas. particularmente en la figura de Rubén Darío reivindicar una poesía arraigada al paisaje y el pueblo que le son naturales por su origen (sobre el modelo de Almafuerte), así como bregar por la unidad moral e intelelectual de la Patria Grande hispanoamericana. A comienzos de 1897 Ugarte viaja a Europa en busca de nuevos horizontes. Haciendo pie en París en una estadía que, jalonada por algunos viajes, se prolongaría hasta 1903, desarr una actividad literaria y político-periodística en distintos medios de Buenos Aire y Europa, revalidada con la publicación en el exterior de sus primeras obras en prosa. En Francia, impresionado por la participación de la juventud francesa en el activismo socialista, lo conmueve fuertemente el Affaire Dreyfuss y la campaña que en su favor despliegan Emile Zola y Jean Jaurés, quien desde entona ejercería una importante influencia en su concepción del socialismo y la democracia.
La intervención de EE.UU. en la guerra hispano-cubana de l898 es otro de los acontecimientos que incide fuertemente en su formación política, despertando en él un sentimiento “antiyanqui” que se generaliza en el campo cultural hispaoamericano. Como reacción a ello, los contornos de una América Latina unitaria se perfilan en las tertulias parisinas que comprarte con escritores como Rubén Darío, Amado Nervo, Vargas Vila, Luis Bonafoux, Blanco Fombona y Francisco Contreras. Nuevamente con el apoyo económico de su padre, en 1899 viaja al país del Norte, afirmando retrospectivamente que allí habría nacido su convicción sobre el "peligro del imperialismo yanqui": recorriendo las calles y las bibliotecas, contrasta el progreso industrial y unidad de las ex colonias con el "desmigajamiento y atraso económico al sur del Río Grande, patente en su paso por México. De 1901 data su primer artículo expresamente antiimperialista, titulado "El peligro yanqui'" y publicado en El País, donde advierte re la penetración económica y cultural de EE.UU. en América Latina. A fines de 1902 reorre España y pasa por la colonia francesa de Argelia. A mediados del siguiente año reorna a la Argentina, incorporándose en septiembre al Partido Socialista y reinsertándose en el círculo que nuclea a figuras como Florencio Sánchez, Emilio Becher, Manuel Gálvez, Ricardo Rojas y Alberto Gerchunoff, emás de sus viejos compañeros de bohemia y miembros del PS. En la conferencia "Las ideas del siglo", tras denunciar los males del sistema capitalista expresa su adherencia a un socialismo científico y de reformas duales, que evolucionaría por etapas, invisiblemente, desde su existencia en germen en elementos de la sociedad actual como los trusts y las cooperativas, hasta la propiedad lectiva. En cambio, las apelaciones antiim-rialista y latinoamericana no están presentes en el discurso con que Ugarte hace pública su afiliación al partido de Juan B. Justo. Su incursión en el primer partido político moderno del país no está exenta de tensiones. Colabora activamente en la campaña electoral de Alfredo L. Palacios como candidato a diputado por la circunscripción del barrio de La Boca, lo que le vale un paso por cárcel junto a José Ingenieros, Enrique del Valle Iberlucea - y el propio Palacios.
Convocado —al igual que otros socialistas— por el ministro del Interior Joaquín V. González para recopilar información sobre legislación laboral para el proyectado Código Nacional de Trabajo, acepta a pesar de las críticas partidarias y regresa a Europa. Su crecientemente consagrada labor como escritor del círculo latinoamericano se combina con la actividad como delegado del PS argentino ante la Internacional Socialista. En 1904 y 1907 asiste a los congresos socialistas de Amsterdam y Stuttgart, respectivamente. Entre sus intervenciones, en 1904 sostiene en minoría la posición de no censurar la opción de cada partido para formular su táctica a nivel nacional —lo que significaba apoyar la tesis de Jaurés de permitir la participación de los socialistas franceses en el gobierno—; en Stutgart, interviene en el debate sobre inmigración y emigración a favor de la colaboración y organización de los trabajadores migrantes. Frente a los intereses de la socialdemocracia tanto europea como norteamericana, Ugarte puede reparar en la especificidad de la problemática latinoamericana. Sus argumentos a favor de la complementariedad entre "socialismo y patria", así como las contradicciones entre naciones débiles y poderosas en el concierto internacional, expresados no sin controversia en La Vanguardia a partir de 1908, sustentan la convocatoria de Ugarte al apoyo por parte de los socialistas a las luchas antiimperialistas de colonias y naciones oprimidas. Este énfasis en la dimensión nacional del conflicto social representa uno de los motivos de discrepancia con la dirección del PS. En paralelo a sus intervenciones en el campo político del socialismo, el papel de Ugarte como polo aglutinador de la intelligentsia latinoamericana crece junto a su cada vez mayor prestigio literario y a la delimitación de una concepción singular, propia, acerca del arte y de la relación entre escritor y sociedad. Desde sus tempranas polémicas con Darío, pasando por El arte y la democracia (1905) hasta las más recientes Antología de la joven literatura hispanoamericana (1906) y Las nuevas tendencias literarias (1908), Ugarte brega por un arte social, comprometido con la realidad de su medio y apuntando a modelar la unidad cultural de Latinoamérica. En esta tarea, el escritor adquiere un sitial privilegiado, ponderada su capacidad para articular las ideas y sentimientos de su época y su pueblo, sobre todo aquellos tendientes a la transformación progresiva de la sociedad y a la forja de una cultura nacional original. No es sino un rol preponderante el llamado a jugar por los jóvenes intelectuales en la primera obra integral en que Ugarte expone con fuerte tono arielista su profesión de fe antiimperialista y latinoamericanista: El porvenir de la América española (1910). En su ensayo del año del Centenario, el vínculo con la Madre Patria aparece revalorizado en términos históricos y culturales. El contraste con el desarrollo de Norteamérica, cuyo expansionismo es explicado por factores económicos a la vez que se destaca su temprana unificación política, lleva a postular la unidad latinoamericana como freno al avance imperialista. La noción de lucha de clases, en cambio, es desterrada como eje de la dinámica social mientras que la identidad socialista del autor permanece bastante difusa. La injerencia de EE.UU. se supone posible de ser contrabalanceada con la mayor inclinación del sub-continente hacia Europa. La obra recibe una calurosa acogida en la prensa internacional. Con el objeto de conocer directamente la situación de las repúblicas latinoamericanas, emprende desde octubre de 1911 un viaje por América Latina que se prolonga por cerca de dos años. En un periplo que atraviesa Cuba, México, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Boli-via, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, y hasta la ciudad de Nueva York, su mensaje antiimperialista y de unidad latinoamericana es recibido la mayoría de las veces con júbilo entre organizaciones juveniles, obreras, a veces oficiales y en actos que en algunos casos llegan a ser masivos. Momentos particularmente significativos del viaje son los días en el México revolucionario que intenta encauzar Madero, donde las movilizaciones estudiantiles son las que permiten finalmente que su palabra sea escuchada en el Teatro de México, o su disertación en la Federación Obrera de San Salvador, donde integra el mensaje latinoamericanista con el socialismo, o sus contactos con los desterrados de Nicaragua que luego reingresan al país, Zelendón, Ber-múdez y Portocarrero, entre otros. "¡Somos indios, somos españoles, somos negros, pero somos lo que somos y no queremos ser otra cosa!” o “¡La América Latina para los latinoamericanos!” son algunas de las arengas que dan tono a la gira antiimperialista de Ugarte, la que provoca no poca inquietud en el país del Norte: no puede permanecer en Nicaragua ni en Guatemala, mientras que oportunamente el gobierno de EE.UU. Envía de viaje por el subcontinente a su representante, el senador Philander C. Knox.
Tras su regreso a Buenos Aires en junio de 1913, se desencadena una polémica entre Manuel Ugarte y la dirección del PS que termina en su ruptura con el partido y con un confuso reto a duelo con Palacios mediante. Anticipándose al estallido de la crisis, aquél declina desde Perú una candidatura a senador por la capital en los comicios de marzo de ese año. Desde fines de julio hasta noviembre, las páginas de La Vanguardia y también de La Nación son el escenario de un debate a propósito del conflicto entre Panamá y Colombia, donde Ugarte denuncia el desdén y desconocimiento hacia la realidad del país latinoamericano por parte del órgano partidario, que lo acusa a su vez de defender las oligarquías latinoamericanas por criticar el progreso que el canal de Panamá llevaría a la zona y denunciar el imperialismo norteamericano. El escritor termina cuestionando el “antipatriotismo” del PS, poniendo a la vez en duda la representatividad de la minoría dirigente cuyo interés de fondo habría sido separarlo de las filas partidarias, mientras que crítica la copia irrazonable de las consignas socialistas europeas por parte del socialismo argentino, por su inadecuación a la particularidad nacional. Sólo Alfredo Torcelli se solidariaza con él.
Vuelve a la arena política al impulsar el Comité Pro México, luego Asociación Latinoamericana, que con el concurso de militantes de la Federación Universitaria realiza una campaña contra el bombardeo y posterior intervención de EE.UU. En ese país desde abril de 1914. En 1917 el presidente Carranza devuelve su gesto solidario invitándolo a dar una conferencia. Con una estricta posición neutral ante la Primera Guerra Mundial – que le vale el mote de “germanófilo” o “espía alemnán” en un campo político crecientemente polarizado – y ante la defección de la socialdemocracia europea, su actividad se orienta a aglutinar el activismo estudiantil en torno a un programa antiimperialista y latinoamericanista, y a ensayar la breve experiencia del diario de la tarde La Patria en el verano de 1915-1916, de prédica nacionalista, industrialista y antibritánica.
Su progresiva reorientación hacia el nacionalismo no impide que Ugarte desempeñe un papel preponderante en el movimiento de la Reforma Universitaria, cuya ideología antiimperialista y latinoamericanista es tributaria de su pensamiento y su militancia en la Asociación Latinoamericana allende las fronteras. Tal reconocimiento se expresa en su participación como orador en el acto de la fundación de la Federación Universitaria Argentina el 11 de abril de 1918. A comienzos del siguiente año, falto de trabajo y de dinero, decide retornar a Europa, instalándose en Madrid e iniciando así un exilio de la Argentina que se prolonga por largos años.
En 1921 se instala en Niza, Italia, y colabora con distintos medios europeos y americanos mientras prepara la edición de sus obras literarias y políticas. Sobre todo desde los años 20, desarrolla vínculos con el APRA peruano – del cual es reconocido por su líder Víctor R. Haya de la Torre como el principal precursor – y también con otros dirigentes políticos de Latinoamérica como José Carlos Mariátegui, Augusto C. Sandino y Tristán Maroff. Asimismo, su influencia se deja sentir en la Unión Latinoamericana, fundada en la Argentina por José Ingenieros. Sin embargo, es mayor el desconocimiento que la valoración hacia su obra en su propio país, sentimiento que refleja en sus producciones literarias.
A fines de 1926 resulta delegado por el Partido Nacionalista de Puerto Rico, al igual que José Vasconcelos y otros, ante el Congreso Internacional de la Liga contra la Crueldad y la Opresión en las Colonias (conocida como Liga Antiimperialista), que se realiza en Bruselas a comienzos de 1927 con el concurso de comunistas y antiimperialistas de todo el mundo. Aunque no concurre a esta primera reunión por razones de salud, está presente en la de Berlín en septiembre de 1929. A pedido de Haya de la Torre, redacta el "Manifiesto a la juventud latinoamericana", aunque deniega el pedido de adhesión pública al APRA que le solicita el peruano. En 1927 viaja a la URSS invitado para los festejos de los 10 años de la Revolución Rusa, donde es orador por Latinoamérica en el Congreso de Amigos de Rusia y se interesa por conocer el tratamiento de la cuestión de las nacionalidades, la colectivización, el suministro energético. Su creciente prestigio en Europa lo encuentra desde 1928 integrando el comité de redacción de Monde, que dirige Henri Barbusse, junto con figuras como Unamuno, Sinclair y Gorki, mientras prosigue publicando en medios de diversos países y recibe homenajes a su trayectoria. No vacila en apoyar a la guerrilla sandinista contra la invasión de Estados Unidos a Nicaragua ocurrida un par de años antes, aunque también se halla entre sus preocupaciones el expansionismo cultural norteamericano. Con la crisis del 30 y los golpes militares que azotan Latinoamérica, su discurso se reorienta más claramente a la izquierda. La cada vez más grave penuria económica que aqueja al escritor —a veces no puede obtener siquiera papel para escribir— lleva a que un círculo de intelectuales encabezados por la chilena Gabriela Mistral intente varias veces sin éxito su concurso en el Premio Nacional de Literatura. Tales negativas logran deprimirlo, aunque también canaliza el desánimo en nuevas obras. Se decide a regresar a la Argentina en 1935 impulsado por su amigo Manuel Gálvez, pero debe desprenderse de su biblioteca para poder viajar. Su hermano termina ayudándolo económicamente, al no prosperar un nombramiento en una comisión de cultura. A fines de julio se reintegra por breve lapso a las filas del PS, tras recibir una carta pública de invitación a hacerlo, muy elogiosa de su figura moral y militancia antiimperialista, firmada por Mario Bravo-, Nicolás Repetto, Alfredo Palacios, Juan A. Solari, Américo Ghioldi, Adolfo y Enrique Dickmann, Alejandro Castiñeiras, Enrique Mouchet y Silvio Ruggieri. Militantes de la izquierda socialista que luego formarían el Partido Socialista Obrero, como Benito Marianetti, también se acercan a Ugarte. Sus vínculos se extienden al grupo FORJA y a Deodoro Roca, quien lo invita a escribir en Flecha. Tras el fracaso partidario en las elecciones de marzo de 1936, la "autocrítica" que reclama Ugarte determina la nueva ruptura. Señala allí el cosmopolitismo de la organización, su distancia del sentimiento popular y escasez de "criollos", su orientación "antiargentina", su burocratismo... En verdad, apenas retornado al país, Ugarte ya había manifestado en declaraciones a la prensa que la hora del socialismo como "fuerza internacional" había pasado, dada la represión en países como Alemania e Italia, y considera al fascismo como un fenómeno típicamente europeo. Desde fines de 1936 se aboca por un año y medio a su nueva empresa: la revista Vida de Hoy. Una innovación de esos años es su mirada aprobatoria de la política del "buen vecino" del presidente norteamericano Franklin Roosevelt. Desde esa tribuna advierte contra la disociación entre la dinámica política y la apatía de las masas en el país, en lo que se podría considerar como una lúcida percepción del contexto del que emergería el peronismo años más tarde. Para 1939 se instala en Viña del Mar, Chile, afectado por el suicidio de su amiga Alfonsina Storni y el de otros contemporáneos, como Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones y Lisandro de la Torre. Permanece allí por siete años. Durante la Segunda Guerra Mundial mantiene la misma posición neutralista que antaño, considerando que a América Latina no se le jugaba nada importante en la conflagración internacional. Para cuando escribe Escritores iberoamericanos del 900 (1943), considera fracasado en términos generacionales su proyecto de crear una cultura de alcance continental.
Pero una luz de esperanza se abre para Ugarte con la instalación del gobierno militar en junio de 1943, al cual saluda en una misiva dirigida al presidente de facto Pedro Ramírez. El proceso sociopolítico desatado en torno a la figura de Perón, hasta su asunción primer mandatario constitucional de la Argentina en 1946, convence a Ugarte de a "una Argentina nueva". Pocos días de su regreso logra entrevistarse con en la propia Casa Rosada. En septiembre de 1946 es nombrado embajador extraordinario y plenipotenciario en México. Desplazado desde mediados de 1948 a la embajada de Nicaragua, a principios de 1949 es trasladado a Cuba, aunque su cese de funciones no pasaría de fin de año tras el alejamiento de la Cancillería de Bramuglia y su desacuerdo con la nueva política exterior del gobierno. Vuelve a la Argentina exclusivamente para votar por Perón en 1951. Escribe sus últimos libros México y Madrid. Sus últimos días transcurren en Niza. La noticia de su muerte es apenas informada en los medios porteños, sin que se sepa si se trataba de suicidio. Es hallado sin vida en su domicilio, con la llave de paso de gas abierta.
Autor de casi cincuenta obras, muchas de ellas fueron reeditadas y traducidas a idiomas, como francés, italiano, inglés y ruso.

Laura Ehrlich

Fuente: Tarcus, Horacio (dir.) Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina: desde los anarquistas a la "nueva izquierda" (1870-1976). Buenos Aires: Emecé, 2007

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